Pese a la discriminación y a un insuperable luto, sus sueños no tuvieron límites. Desde pequeño vivió en San Juan Nepomuceno, departamento de Caazapá. El protagonista de esta historia se llama Elvio Dávalos, de 52 años. En su pueblo es considerado como un excelente peluquero y un ejemplo de superación por cumplir sus objetivos.
Su anhelo siempre fue ser peluquero como su padre. Lo logró. Cuenta que desde pequeño practicaba con perritos, gatitos y vecinitos de su barrio.
Cuando tenía apenas 12 años, se había enfermado de poliomielitis y lamentablemente le amputaron la pierna izquierda; cuenta además que desde entonces sufrió todo tipo de discriminación, pero eso no le impidió seguir tras sus metas y se capacitó para mejorar como profesional.
Hoy en día, pese a las adversidades de la vida, gracias a su dedicación, esmero y profesionalismo logró habilitar su propia peluquería, donde se desempeña sin inconveniente con la ayuda de sus amigables muletas. Y como si no fuera poco, también consiguió abrir un instituto donde enseña y exterioriza sus técnicas de estilismo a los niños de su barrio.
“Siempre le miraba a mi papá cómo hacía su trabajo, me gustaba mucho. No me quería prestar su herramienta y cuando no estaba y se iba a la chacra yo hacía cortes a escondidas. A veces encontraba pelos debajo del árbol y me retaba mucho”, relató Elvio con su propio toque.
A sus 33 años se había casado. Sin embargo, nueve años después, su felicidad se interrumpiría, ya que el luto tocaría la puerta de su casa: Su esposa fallecía por causa de un tumor cerebral.
Hoy en día, su único hijo tiene 13 años, y por cosas de la vida, el chico planea seguir sus pasos.
Elvio no tiene límites, se supera como profesional y, en un tiempo no lejano, tiene pensado inaugurar varias sucursales de peluquería.
Todos fuimos o somos Elvio en algún capítulo de nuestras vidas, quien desea seguir creciendo a pesar de las desgracias que la propia vida le pone.
