La música siempre fue un elemento fundamental para alcanzar objetivos y en nuestro país, por medio de distintos proyectos musicales, se ha logrado que cientos de familias en estado de precariedad puedan permitirse soñar y encontrar en este bello arte el modo de hacer realidad sus deseos más anhelados.
Tal es el caso de la orquesta juvenil del Bañado Tacumbú que está cumpliendo diez años. En el 2012 el Padre Germán Pravia, enviado por la Orden de los Predicadores, comenzaba este sueño con 11 alumnos y dos guitarras, que se prestaban durante las prácticas.
Con ayuda de los vecinos del Bañando y otras organizaciones, Pravia pudo contactar con Sonidos de mi tierra que, bajo la dirección del maestro Luis Szarán, comenzaron a crear escuelas comunitarias de música que ayudaran a que los niños carenciados del lugar, encuentren en este noble arte, una distracción y una oportunidad para un futuro mejor.
Hoy día siguen en la formación de niños y jóvenes de 13 a 25 años pero aún se puede hacer más. Gracias a la plataforma: “Sembramos flores de dignidad” se busca lograr el apoyo necesario para comprar más instrumentos y seguir con la orquesta. Además, en el 2020 la orquesta juvenil tenía planeada varias presentaciones en España, pero la llegada de la pandemia hizo que eso aún siga pendiente.
