En una playa de Nueva Zelanda alrededor de 30 ballenas piloto de aleta larga quedaron varadas y murieron en el lugar.
Dave Winterburn, portavoz del departamento de conservación de Nueva Zelanda, confirmó que 34 mamíferos quedaron varados en el Farewell Spit, un arenal de 26 kilómetros que se adentra en el mar y que ya fue escenario de aproximadamente unos 10 embarcamientos en solo 15 años y se ha convertido en una trampa mortal para estos animales.
El caso más grave y triste fue cuando casi 700 cetáceos encallaron y 250 murieron en febrero de 2017.
“Aunque es un suceso desafortunado, el embarrancamiento de ballenas es un fenómeno natural”, dijo. “La causa es desconocida”, añadió Winterburn.
Hasta ahora los científicos no saben con exactitud por qué esa playa es tan peligrosa para las ballenas piloto, aunque tienen la teoría de que el cordón de arena genera una zona poco profunda en la bahía que interfiere los sistemas de navegación sonar de estos cetáceos.
